19 sept 2012

La guerra secreta de Malí, a punto de explotar - A un paso de otra masacre mundial

TRISTÁN PIMIENTA En los primeros meses de 2012, la rebelión de los tuareg en Malí fue recibida inicialmente por la opinión pública europea que accedió a las informaciones como si se tratara de una aventura postcolonial en el desierto profundo: los tuareg, un pueblo nómada que ha proporcionado excelentes tramas para novelas y guiones de películas, con fama de buen combatiente, hábil jinete en briosos corceles, habían aprovechado una asonada militar en Bamako para conquistar varias ciudades del norte, aliados con un grupo de fundamentalistas islámicos de la misma zona: los Ansar al Din. Un escritor y periodista isleño, Alberto Vázquez Figueroa, ex corresponsal de guerra, inventor, se había quedado prendado de esta tribu.

En 1980 este prolífico novelista, autor de docenas de best seller, escribió una de sus mejores novelas: Tuareg, que tuvo una segunda parte en 2000: Los ojos del tuareg. La sinopsis de la obra introducía uno de los elementos básicos de la misma: "un tuareg no tiene rival en sobrevivir en condiciones adversas", y constituye "uno de los pueblos más singulares del mundo". Sin embargo, los tuareg no están solos en el Sahel, ni en una parte de esa lengua que atraviesa el espinazo del desierto del Sahara y que va desde el Atlántico mauritano hasta el Índico, a través de Sudán del Sur.

Romanticismos literarios y leyendas orales aparte, los analistas especializados en esa nada de arena y tierra quemada, que comparte fronteras con varios países, la han venido considerando en los últimos años como una madriguera para una Al Qaeda que ha tenido que ir buscando nuevos refugios desde los que preparar sus golpes de mano. Pero hay un punto estratégico: La república de Malí, donde el Estado es una entelequia. Es como una cuña situada entre otros estados de vital importancia para el Magreb: Argelia al norte, Mauritania al Oeste, y a través de una delgada franja, Marruecos; Burkina Faso al sur, y Nigeria a un paso; y Níger al Este. Este polvorín, en estos tiempos, no está tan alejado, por ejemplo, de Canarias, como haría suponer una visión superficial del mapamundi. Tombuctú, la centenaria ciudad del desierto, fundada en el 1100, de 35.000 habitantes, y conocida como la de los 333 santos, y uno de los escenarios de los conflictos a varias bandas que están teniendo lugar, está a 1.772 kilómetros del aeropuerto de Gando. Sevilla está a 1.361; Madrid, a 1.744 y A Coruña a 1.821. El diplomático canario Miguel Fernández - Palacios, exembajador en Congo y embajador en Etiopía declaraba LA PROVINCIA/DLP el pasado 3 de junio que la situación en el norte de Malí "es altamente preocupante y la Unión Europea la está siguiendo muy de cerca", pero revelaba que la crisis no es preocupante por la sola expansión del Islam, que históricamente siempre ha estado presente, "sino porque la ausencia de Estado en el norte del país está haciendo que el integrismo radical esté ocupando un espacio que antes correspondía a las instituciones estatales (?) Lo que las instituciones del Estado Democrático dejan de ocupar, lo ocupan los enemigos de la libertad. La tierra de nadie no existe en geopolítica". Unas semanas después, el 23 de junio, era el ex secretario de Estado de Turismo y exdirector general de la Policía quien remachaba en el mismo clavo: "? En una reunión que tuve en Washington con responsables de la CIA pusimos en común nuestra información de que Malí era el principal santuario de Al Qaeda en el Magreb".

El verdadero peligro, desde el punto de vista de la lucha contra el terrorismo, no está en Malí, y en sus inciertas riquezas ocultas; es la capacidad de Al Qaeda para infectar a los países vecinos, para desestabilizarlos o para utilizarlos de catapulta. Mauritania, con grandes dificultades para que el Estado cumpla sus funciones en todo su amplio territorio; Marruecos y Argelia, son auténticas prioridades para la comunidad internacional, y a través de ella, para la Unión Europea y la OTAN, y las organizaciones multilaterales africanas, que ya han dejado atrás los años revolucionarios de los No Alineados. En Marruecos el rey, Mohamed VI, no ha dudado en exprimir sus facultades, limitadas en la Constitución que él mismo impulsó y promulgó, para corregir y encauzar al primer ministro, Abdelilah Benkirán, líder del Partido de la Justicia y el Desarrollo, un islamista aparentemente moderado ganador de las elecciones de noviembre de 2011.

En abril de 2011 el régimen argelino recibe un serio aviso: una avanzadilla de los integristas malienses secuestra a siete funcionarios, aunque libera a tres, meses más tarde, poco antes de que el 23 de octubre apresen, en una acción rápida y eficiente de comando, a tres cooperantes, dos españoles y un italiano, que se encontraban en el campamento de huéspedes del Frente Polisario en Tinduff. Ainhoa Fernández, Enric Gonyalons y Rosella Unu vivieron un cautiverio de nueve meses, hasta que fueron liberados, tras complejas negociaciones con los gobiernos de Zapatero y Rajoy, en julio de 2012. Las advertencias del ministro de Exteriores García- Margallo, que pedía la retirada del resto de los cooperantes para evitar males mayores, no fue atendida por algunas asociaciones colaboradoras a quienes las arenas no les permitieron ver el peligro que se agazapaba entre las dunas.

El ejército maliense justificó su revuelta contra el presidente Touré argumentando que no prestaba la suficiente atención al problema, y forzó su dimisión. El polvorín estaba ya estallando. Los servicios de inteligencia que han venido colaborando desde el 11-S de 2001 para prevenir que el terrorismo islámico se haga fuerte en el Magreb ya habían alertado de que Malí era técnicamente un estado fallido incapaz de controlar por sí solo el norte del país. Algunas crónicas sobre los episodios que empezaron a sucederse a velocidad de vértigo destacaban dos hechos geográficos, que suelen pasar desapercibidos por la diferencia de ámbitos y de culturas, más que la distancia en kilómetros: la posibilidad de contagio de Argelia, Marruecos y Mauritania, y la cercanía a Canarias.

A los tuareg les duró poco la alegría de haber ganado el pulso al gobierno central. La ultraperiferia había derrotado a Bamako, es cierto. A las pocas semanas, cuando tenían, por fin, una patria tuareg al alcance de la mano, desde las primeras revueltas modernas en 1963, fueron traicionados fríamente por sus socios islamistas radicales porque, no hay que olvidarlo, los tuareg siempre han sido musulmanes. Los Ansar al Din se aliaron con el Movimiento para la Unidad y la Yihad en África Occidental y con Al Qaeda en el Magreb Islámico. Resultado: el pueblo tuareg tuvo que retirarse mientras los fanáticos islamistas imponían la sahria, practicaban ejecuciones indiscriminadas, y destruían por impías valiosas construcciones musulmanas en la mítica Tombuctú, cuna de una de las primeras universidades. Se habían cumplido las peores previsiones: el terrorismo de Al Qaeda, y sus aliados, tenía a su disposición un nuevo Afganistán.

Desde que el imán Jomeini accedió al poder en Irán y las doctrinas radicales recibieron un importante apoyo para la guerra santa -la fatua contra el escritor Salman Rushdie hizo abrir los ojos a muchos timoratos- los estados mayores occidentales y los países moderados o pragmáticos de África habían ido definiendo distintas variables de respuesta. Lo primero de todo: se aumentó la actividad de los servicios secretos y la colaboración diplomática y militar. Para la Unión Europea, y para España, que así lo comenzó a reflejar en todas sus directivas de defensa nacional, en el sur estaba el mayor riesgo para la seguridad del Mediterráneo en su conjunto. El peligro ya no venía por los Pirineos, sino por el lado contrario. Alrededor del Archipiélago canario, una posición geoestratégica envidiable en el flanco del África Occidental, comenzaron a moverse muchas cosas. Los atentados islamistas en Marruecos, que antecedieron al 11-S de 2001 en Estados Unidos y al 11-M de 2004 en Madrid, actuaron como acelerante de las medidas de prevención y, consiguientemente, de control. Marruecos albergó un cuartel especializado de la OTAN, reforzando a su vez la presencia militar de Rabat -con la habilitación de pistas de aterrizaje e instalaciones para efectivos aéreos- en Dahla, la antigua Villa Cisneros, fronteriza con Mauritania y vital para el control del acceso desde Malí. Se reactivaron los proyectos de antenas radar y de instrumental de escucha en el Archipiélago, que levantaron las habituales críticas de políticos locales, ajenos por completo a la complejidad de la seguridad nacional, a la vez que se adoptaron distintas decisiones tácticas y de colaboración internacional del mayor relieve. Militares destinados en el Archipiélago han ido entroncándose en operaciones multilaterales que tienen por ámbito los puntos más calientes del tramo más explosivo del Sahel.

En realidad, la gran avalancha de inmigración a través de pateras y cayucos fue una oportunidad para hacer un gran despliegue de fuerzas que, sin embargo, por su propia naturaleza tenía poca visibilidad. Pero se montó una operación de detección en el mar, la Noble Centinela, en 2006, que acumuló una gran experiencia para impermeabilizar un extenso perímetro oceánico que incluye a Cabo Verde, y que rompió la tradición de no mezclar a las Fuerzas Armadas en este tema. La decisión del presidente Zapatero fue una de las medidas que permitió dar un vuelco a la situación, que avanzó los programas de Frontex y que, según diversos expertos, constituyeron el punto de arranque de una nueva doctrina para el espacio marítimo de interés para la seguridad nacional. Los agregados militares se multiplicaron en las Embajadas y agentes del CNI y de la Guardia Civil fueron tomando posiciones al amparo de proyectos de colaboración intergubernamental.

Un dato reciente, publicado en LA PROVINCIA/DLP el pasado 19 de julio: "El coronel jefe de la Guardia Civil en Las Palmas se marcha al Sahel". Francisco Espinosa será el jefe de una misión especial contra el terrorismo en África. Un equipo de 60 expertos de toda Europa participarán en Eucap Niger, que se desarrollará en la región del Sahel (donde ya se han desarrollado misiones mixtas similares) impulsada por el Departamento de Capacidad de Conducción y Planeamiento Civil (CPCC) de la Política Común de Seguridad y Defensa de la UE.

El 29 de agosto una fragata estadounidense, la USS Taylor-Berth sometía al Puerto de la Luz a un examen práctico de seguridad antiterrorista, para comprobar la eficacia en la respuesta ante una emergencia. ¿El riesgo de guerra que parece inminente con Irán?, ¿sencillamente la experiencia del atentado suicida contra el destructor USS Cole en Adén, que dejó 17 marineros muertos y 39 heridos, y en el que estuvo implicado el gobierno de Sudán, según dictaminó en 2007 un juez federal de EE.UU.? ¿La evolución del salafismo de combate en puntos neurálgicos? La OTAN ha subido el nivel de prevención en la mayor parte de sus bases, tanto del Mediterráneo como del Atlántico. La operación fue supervisada por el agregado naval de Washington en Madrid, comandante Cobey Jacobs. Además, la seguridad en el recinto portuario de las Palmas, en general, y del Arsenal en particular, han experimentado un constante proceso de mejora y adecuación a las circunstancias. "El rendimiento ha sido muy bueno, han comparecido enseguida. El ejercicio se ha realizado de una forma muy expeditiva?.", señalaba a pie de obra el capitán Jeremy Hill.

Cuando el rio suena es que agua lleva. El refrán sirve para ilustrar, a modo de metáfora, la revalorización estratégica del Archipiélago en los últimos tiempos. Cuatro de los buques más modernos de la Armada española, y unos de los mayores exponentes de la ingeniería y la tecnología naval, que ha logrado interesar, por su versatilidad y calidad, a ejércitos extranjeros, han sido destinados al Arsenal de Las Palmas: la patrullera Tornado fue la última en llegar, el lunes 10 de septiembre, para unirse a las restantes unidades de la escuadrilla de Buques de Acción Marítima (BAM): Meteoro, Rayo y Relámpago. Barcos modulares capaces de cumplir diversas funciones y con una mayor autonomía que las anteriores corbetas. Entre las principales misiones que destacan los portavoces de Defensa figuran el aseguramiento del tráfico comercial de crudo desde o por el Golfo de Guinea, un tramo de creciente actividad de la piratería, junto con misiones medio-ambientales o científicas, de vigilancia pesquera etc. En la actividad militar lo más importante suele estar precisamente en el etcétera.

La petición de ayuda del gobierno de Malí, empeñado en recuperar la unidad territorial y rescatar el norte de las manos de Al Qaeda, contó de inmediato con la comprensión de Francia y de sus vecinos, temerosos de que la actividad de los grupos radicales ahora atrincherados en inaccesibles cuevas remotas imposibles de detectar - esperemos a ver la versatilidad de los drones en este caso- se extienda como una macha de aceite aprovechando las dificultades de control en la inmensidad árida del desierto, a su vez lleno de escondrijos. Una operación militar multinacional se da por segura, y de hecho, ya ha habido filtraciones acerca de su preparación. Marruecos y Argelia serán, sin duda, imprescindibles para la estrategia de neutralización del terrorismo yihadista y de sus apoyos; lo cual podría facilitar un acercamiento entre ambos. Pero, aun cuando Naciones Unidas aún no ha dado la luz verde para la iniciativa, a pesar del apoyo de la Unión Africana y del interés de Francia, y mutatis mutandis de Bruselas, la isla de Gran Canaria se perfila como un elemento fundamental para la logística de la intervención en el Sahel. La Base Aérea de Gando y el Arsenal de las Palmas, con los medios de control aéreo y radioeléctrico, de la primera, verdaderos ojos a distancia sobre el desierto, y la especialización de la segunda, serán imprescindibles para la retaguardia de una operación que "a la chita callando" ya tiene desplazadas en distintas misiones a importantes efectivos de agentes civiles, miembros de los servicios de inteligencia e instructores militares en los países limítrofes para crear algo así como un cordón sanitario que impida el paso de la epidemia. Todo parece indicar que así como la acción directa sobre el terreno recaerá en los países de la Organización del África Occidental, los aliados europeos y atlánticos, encabezados por Francia, se ocuparán de la colaboración aérea y tecnológica, que podría incluir el uso de drones o aviones no tripulados, que están desplazando en las misiones de ataque directo a los aviones convencionales contra los talibanes en sus refugios de Afganistán y Paquistán.

Hay tambores, que aunque estén muy lejanos, suenan como si estuvieran aquí al lado. En plena Guerra Fría también pasó lo mismo, en estas mismas aguas donde la URSS y la OTAN jugaban al gato y al ratón, y Argelia fabricó un terrorismo ad hoc, el Mpaiac de Cubillo, para golpear a España en su sur, tras la humillación de la Marcha Verde organizada por Hassan II aprovechando el vacío de poder con Franco moribundo, e imponer su visión de un Magreb subordinado a la visión megalómana de un coronel, Boumedianne, que quiso sustituir a Nasser como caudillo del pan-arabismo, en abierta disputa con un mesiánico Gadaffi que ya apuntaba maneras. O sea, etc. (tristan@epi.es)

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